miércoles, febrero 07, 2007

16 AÑOS DEsPUES TODAVIA LLORAN A SU DIOS DE LA LLUVIA

REPORTAJE DEL SABADO 13 DE ABRIL DE 2002

EL DIA QUE LES ROBARON AL DIOS TLALOC
EL 16 DE ABRIL SE CUMPLEN 38 AÑOS DE SU TRASLADO;
AUN HAY PESAR EN COATLINCHAN
“CUANDO SE FUE TLALOC LLEGO LA DE MALAS”
MARIA RIVERA/REPORTERA DE LA JORNADA

San Miguel Coatlinchán está habitado por los recuerdos y la culpa. Es la viva imagen de la desesperanza. Todas las pláticas comienzan y terminan sobre el 16 de abril de 1964, cuando un enorme camión se llevó a Tláloc, el dios de la lluvia, al Distrito Federal. De nada sirvió que se rebelaran todos, los del pueblo y los de las comunidades de la sierra, para impedir su salida. No hubo modo. No era época para rebeliones. La candidatura de Gustavo Díaz Ordaz presagiaba tiempos duros. El Ejército entró y puso fin a la revuelta.

Luego las autoridades negociaron con el gobierno la piedra de los tecomates, como llamaban a la escultura, a cambio de escuelas, fuentes de trabajo y hasta un museo para resguardar las piezas que surgen a cada paso en lo que fuera la sede de los acolhuas, una de las principales culturas de Mesoamérica.

Llenos de promesas y de impotencia vieron cómo aquella fría madrugada los soldados acordonaron la carretera para que saliera el vehículo con "El que yace sobre la tierra", que es lo que significa en náhuatl la palabra tláloc. "Fue una ocupación militar", aceptó en Excélsior el comandante de aquellas tropas.

Muchos no lo aceptaron. Viejas fotografías muestran a hombres, mujeres y niños corriendo detrás del camión hasta que se perdió en el horizonte. Regresaron al pueblo sin aliento, sintiéndose más desamparados que nunca. Por la noche se arremolinaron frente a las pocas televisiones que había para ver el apoteósico recibimiento al dios en la capital. Desde entonces, aseguran, llegó la de malas. Dejó de llover. "Nomás se cargan las nubes ¡y para México! Ha de ser porque lo dejamos ir", susurran. Muestran pequeñas semillas de maíz y de frijol como prueba de la falta de agua. "En cambio, allá hasta se les inundan las calles..."

Casi cuatro décadas después es obvio que la mayoría de aquellas promesas quedaron incumplidas. Aunque apenas median dos kilómetros entre el pueblo y la carretera Texcoco-Lechería, es como si una distancia interminable lo separara del mundo. La mirada de los visitantes sólo se detiene en la iglesia del siglo XVIII, el resto no tiene comienzo ni fin. Unos escuálidos pinos y unas cuantas bancas hacen las veces de parque. Tiendas de forrajes, depósitos de cerveza y puestos de raspados rodean el centro. Las paredes anuncian como próximo gran evento a unos imitadores de los personajes de El Chavo del Ocho y una casa de cambio de dólares y money orders de Texcoco.

Hay una creciente migración. Los hombres jóvenes se empezaron a ir de uno en uno "al otro lado" y hoy sólo se ven por las calles mujeres, niños y ancianos. El pasado es la única realidad que le queda a este pueblo que, según la versión oficial, "donó generosamente" su más querida posesión al Museo Nacional de Antropología.

Además, advierten, ahora se cierne sobre ellos una nueva amenaza: la construcción del nuevo aeropuerto de la ciudad de México. Aunque sus tierras no se verán afectadas directamente sienten que su cultura terminará arrasada. No sólo pasarán a su lado enormes vialidades, sino que llegará "gente de afuera", personas que no recuerdan las épocas en que lo verde estaba ahí, nomás al salir del pueblo, ni vio la sierra cercana poblada de árboles, antes de que los acabaran los taladores.

Es gente que no observó cómo por la cañada de Santa Clara, donde yacía la figura teotihuacana, corría tanta agua que era una de las principales fuentes de alimentación del lago de Texcoco. Que no sabrá que en torno al dios de la lluvia se congregaban todos, familias que iban a pasar el rato, enamorados que se le encomendaban y los campesinos que le pedían protección para sus cosechas.

La "gente de afuera" no entenderá por qué esta comunidad tiene tan presente al dios en la memoria. No sólo porque era una fuente de ingresos para el pueblo, ya que nunca faltaban turistas que lo visitaran, sino que además aquel interés hacía sentir importantes a los pobladores, únicos, dueños de una identidad. Pero esos recién llegados los verán como son ahora, pobres y sin horizontes, y no como herederos de una gran cultura. Pero qué le van a hacer si ya no hay quien los ampare ni vea por ellos.

El monolito simbólico

Desde siempre la escultura construida entre los siglos IV y VI dC, el monolito más grande de América, de 165 toneladas, atrajo la atención no sólo de los pobladores del rumbo sino de los investigadores. Hasta inicios del siglo pasado en que Leopoldo Batres, durante una expedición lo identificó como Tláloc, dios de la lluvia y el trueno, se consideró que representaba a Chalchiuhtlicue, diosa del agua.

Por entonces el gobierno de Porfirio Díaz también trató de sacarlo por ferrocarril, pero desistió por las dificultades que implicaba. Sesenta años más tarde no hubo poder humano que impidiera su traslado. Y ahora surgen voces que no se resignan. Una de ellas es la de la profesora Guadalupe Villarreal. Desde niña tuvo un especial apego al dios. Sus mayores le enseñaron a respetarlo.

Un día, cuando estaba en la secundaria, escuchó por primera vez que la querían trasladar a la capital. Tiene presente la reacción de los adultos. "¿Cómo que se la van a llevar? ¡No vamos a dejar! Si mueven esa piedra se va a acabar el pueblo". En ese entonces corría la versión de que era un tapón del mar y que al quitarla todo se inundaría.

La profesora recuerda que desecharon aquel comentario hasta que a finales de 1963 vieron cómo empezó a llegar maquinaria. Esta vez sí venía "el gobierno" por la piedra. En los últimos días de febrero de 1964 tuvieron que enfrentar la verdad. Tras una compleja maniobra, grúas especiales elevaron la escultura, dejándola lista para la mudanza. Entonces, San Miguel Coatlinchán se rebeló.

"Aquí, cuando se toca la campana, es que hay una urgencia. Y una noche la campana no dejó de sonar -continúa GuadalupeVillarreal. El pueblo se volteó. Cerraron los caminos. Sólo los vecinos podían entrar o salir. Y entre todos destrozaron los tráileres que transportarían la escultura.

"Allá, en la cañada, la cosa estaba peor. La gente de la montaña llegó con hachas, machetes o con lo que pudo, y se dieron a la tarea de romper los cables de acero que suspendían a Tláloc. Hasta que lo bajaron. De paso robaron cargas de dinamita, por si se llegaban a necesitar."

Al día siguiente el Ejército tomó el pueblo. Y ahí se quedaron hasta que se lo llevaron. Pese a los interrogatorios, la dinamita nunca fue devuelta. Como seguía la resistencia, en unos cuantos días les construyeron una escuela y un centro de salud.

Uno de los medios que consignó aquella rebelión fue la revista Siempre. "Tláloc desató la tormenta", tituló. El testimonio de Andrés Reyes, poblador de San Miguel, era implacable: "Puede ser que por las venas de muchos de nosotros todavía corra sangre de los antepasados que hicieron la escultura. Está bien la arqueología y todo lo que quieran, pero el Tláloc es del pueblo. Somos tan pobres que no queremos perder esa riqueza. No le sacamos dinero, pero nos sentimos menos pobres con él".

El Universal relata que el día anterior al traslado hubo gran movimiento en el poblado. "Los moradores permanecieron todo el día ante el enorme monolito, contemplándolo. Mujeres, especialmente ancianas, lloraban y suplicaban, como último intento para que no lo sacaran de ahí."

El 16 de abril se consumaron los hechos.

"Como a las ocho de la mañana salieron los camiones con él -recuerda Villarreal. No pudimos acercarnos, porque los soldados nos encañonaron. Cuando los camiones llegaron a la carretera le metieron a todo lo que daban, que no era mucho porque la piedra pesa bastante. Lo seguimos corre y corre por entre los montes gritando: ¡No se lo lleven! ¡Es nuestro!

"Alcanzamos a llegar hasta Cuautlalpan, pero ya no era posible hacer nada. ¿Quién se iba a poner con el gobierno? Nos regresamos con las cabezas gachas. En la noche vimos por la televisión cómo llegaba al Distrito Federal. Era de nosotros, pero ya no estaba en nuestras manos. Al otro día Coatlinchán se murió. Ya no era el pueblo famoso al que venía gente del extranjero. Ya no era nada."

Recuerdo del saqueo

Lo que pasó aquí fue un saqueo, resume el ingeniero Miguel Rivera, otro de los personajes del pueblo que trata de mantener viva la memoria. "El lugar de la deidad es éste". Señala a su alrededor, a la cañada de Santa Clara, donde permaneció durante siglos la escultura. "Hemos hecho intentos por recuperar la roca -enfatiza-, porque además allá, en el DF, está abandonada, degradándose. También hemos pedido que se construya un museo que albergue las piezas que hay por aquí, y nada. Incluso hubo un proyecto para realizar un centro ceremonial en este lugar, pero también fue olvidado".

Inaugurado en 1964, el Museo Nacional de Antropología, como suprema concesión, se otorgó a los habitantes de San Miguel la entrada gratis a las instalaciones. A veces van a ver a su Tláloc, pero no ganan para tristezas, comentan. Lo ven desmejorado, creen que la contaminación no le sienta bien. Incluso aseguran que se está haciendo chiquito, que ya no tiene la imponente presencia de antaño, cuando yacía recostado en el lecho del río.

Pero no todo está perdido. Coatlinchán tienen un secreto que no pretenden ocultar, que, por el contrario, es como si quisieran que todos lo supieran. Cuentan que hay otro monolito oculto en sus tierras, pero esta vez no dirán a nadie de fuera dónde está. No lo han visto directamente. Pero su padre les contó cómo lo encontró en el monte, un tío sabe dónde se encuentra, un amigo conoce su ubicación, un conocido les dijo cómo era. Pero seguro que ahí está.

Hay dos versiones sobre el asunto. Una dice que a quien tienen escondida es a la diosa Chalchiuhtlicue, esposa de Tláloc. Otra, que es ni más ni menos el dios de la lluvia con el que se quedaron.

La socióloga Patricia Muñoz, de la Universidad de Chapingo, explica que ante el despojo material y cultural que sufrió el pueblo, se tuvo que construir el mito de que no era una deidad, sino dos. "Lo que pretenden decir es que nuestra comunidad no perdió. Nos quitaron uno, pero nos quedamos con otro. A través de la construcción mitológica es como ellos recuperan lo perdido. La gente está proveyéndose de elementos de identidad que quieran o no con el monolito se fueron".

La versión de que en realidad les quitaron a la diosa del agua y no a Tláloc, Patricia Muñoz la explica así: "Se llevaron la equivocada. Tenemos al verdadero dios. Nos despojaron, pero nomás tantito".

El arqueólogo Luis Morett, director del museo de la Universidad de Chapingo, lo resume de este modo: "Con esta construcción lo que la gente de Coatlinchán quiere decir es algo muy importante: nos despojaron, pero no por completo. Nos jodieron, pero no por completo".
FIN

LOS AZULES ESTAN CARAMBAS


El ayuntamiento panista analiza
derribar viviendas; no ha hablado con los dueños


Demolerán inmuebles históricos de León para destacar la catedral
Un edificio morisco, otro del siglo XVIII y uno más de 1905, en la mira

MARTIN DIEGO RODRIGUEZ, CORRESPONSAL DE LA JORNADA


El ayuntamiento de León, emanado del Partido Acción Nacional (PAN), pretende demoler tres edificios históricos del centro de la ciudad, entre ellos un inmueble único en su tipo en Guanajuato, para permitir una ''vista majestuosa'' de la Catedral Metropolitana.

El proyecto Plaza Catedral, cuya copia tiene La Jornada, prevé la demolición del edificio que albergó el primer cabildo de la ciudad en el siglo XVIII; de un inmueble morisco único en el estado y de otro que data de 1905, donde se hospedó el ex presidente Porfirio Díaz.

En su lugar se pretende colocar una plancha de concreto para ''limpiar la vista'' de la Catedral Metropolitana y así ''engrandecer nuestro principal monumento religioso''.

El documento detalla obras por aproximadamente 120 millones de pesos y señala que Plaza Catedral es el proyecto de imagen urbana de mayor escala en la ciudad.

"La reubicación, indemnización y demolición de los edificios frente a la catedral garantiza una proyección inédita al centro histórico de León y permitirá una vista majestuosa de nuestra Catedral'', señala.

Con la demolición de los mencionados edificios, indica, ''se engrandece nuestro principal monumento religioso, se le otorga perspectiva a su fachada y se cede a la sociedad un espacio público que integra el conjunto de tres plazas conectadas por sus diagonales''.

La finalidad es crear un espacio público que integre la catedral a la zona peatonal para convertirla en uno de los principales atractivos turísticos y de identidad de la ciudad.

Las obras que se prevé realizar, aunque aún no hay fecha, son: indemnización, reubicación y demolición de los edificios, construcción de una plaza-atrio, forestación, instalación de espacios de comercio y control de la imagen urbana.

El secretario de Economía del municipio, Miguel Angel Salim Alle, encargado del proyecto, señaló que no se ha iniciado el diálogo con los propietarios de los inmuebles a fin de evitar especulación con los precios.

''Estamos conscientes de que hay que detonar ahí una zona turística. Pudiera o no demolerse, pero detonar una zona turística es parte del proyecto de corredores turísticos'', expresó.

Salim Alle indicó que para la construcción de la explanada se prevé destruir no sólo los tres edificios, sino también algunas viviendas y despachos.

El secretario de Desarrollo Sustentable municipal, Horacio Guerrero García, dijo que se realizan estudios para identificar a los dueños y las condiciones de cada una de las propiedades.

Señaló que ya se elaboran presupuestos para la realización de las obras, a fin de enviarlos al gobierno del estado y calcular la inversión que éste hará.

Sin precisar fechas, Guerrero García aseguró que este año estará listo el estudio para las obras y ''el siguiente año tendremos los elementos de inversión''.

Aunque la ciudad de León tiene pocos edificios históricos, en el que albergó la primera sala de cabildos se estableció un restaurante de la cadena McDonald's y en el edificio Monarca, donde se hospedó Porfirio Díaz, la pasada administración, también panista, dio permiso a una pizzería y un restaurante-bar.
FIN

lunes, febrero 05, 2007

EL ENMASCARADO DE PLATA


HACE 23 AÑOS MURIO EL SANTO, EL ENMASCARADO DE PLATA
MILENIO DIARIO

A 23 años de la muerte de Rodolfo Guzmán Huerta el
“Enmascarado de Plata” familiares, amigos y seguidores se dieron cita frente a
su estatua en el “Jardín del Santo”, en Tepito.


El legendario luchador mexicano “El Santo”, reconocido a nivel internacional por sus filmes, fue recordado hoy mediante una misa frente a su estatua, en el 23 aniversario luctuoso, ceremonia a la que asistieron escasas figuras de la lucha libre.

Al “Jardín del Santo”, ubicado en el barrio de Tepito, cuna de grandes ídolos del boxeo en México, asistieron familiares, amigos y seguidores de Rodolfo Guzmán Huerta el “Enmascarado de Plata” (1917-1984).

El sacerdote Diego Rodríguez, de la iglesia San Felipe de Jesús dirigió frente a los presentes unas emotivas palabras en recuerdo a la memoria del ídolo del ring y acto seguido, bendijo la efigie de bronce hecha por el escultor Edwin Barrera, desvelada en mayo de 2006.

“La gente no olvida a `El Santo”, es un personaje muy querido que sigue vivo en el corazón de la gente, lo seguimos admirando y recordando”, comentó el hijo del luchador, quien fue protagonista de filmes como “Santo contra el cerebro del mal” y “Santo contra los hombres infernales”, entre otras, al concluir la ceremonia eucarística.

A 23 años de su muerte, acaecida un 5 de febrero, tras participar en una obra en el Teatro Blanquita, el luchador lo recordó de muchas maneras: como el padre, el amigo, el ídolo, el deportista, el ser humano generoso y la leyenda.

“Cuando me pongo esta máscara siempre está conmigo, tengo de él los recuerdos más bonitos, fue un gran papá, un gran esposo, un gran ser humano. Estoy seguro que no existe persona que no lo haya querido”, anotó al tiempo de recordar que de manera simultánea en Tulancingo, Hidalgo, se celebró otra misa en honor de “El Santo”.

Pocos deportistas de la lucha libre asistieron para conmemorar un aniversario más de la muerte de “El Santo”; el también empresario explicó la razón.

“No los invité porque más que un festejo fue un recuerdo a mi padre como ser humano. Además, muchos regresan de viaje porque trabajaron el domingo, están cansados y me da pena molestarlos”, detalló.

Rodolfo Guzmán Huerta, el hombre bajo la máscara plateada de “El Santo”, fue uno de los luchadores más famosos de México y tuvo una carrera como héroe de series de televisión, de 45 películas, historietas y actualmente en dibujos animados del canal Network.
FIN

LOS PANISTAS ARRUINAN LAS RUINAS


USAN AREAS PROHIBIDAS LOS DIPUTADOS DEL PAN
MARTIN MORITA/REFORMA

Mérida, México (4 febrero 2007).- En su último día en Yucatán, luego de su reunión plenaria, parte de los 206 diputados federales del PAN se fue a la costa, otros amanecieron "crudos", otros prefirieron ir de "shoping" a Mérida y sólo 19 optaron por la excursión a esta zona arqueológica.

Todos acataron las instrucciones de Jorge Canul Alcocer, un guía de origen maya quien les pidió ir formados de dos y dos, y no separarse.

"Este hombre está bueno para coordinador, miren nomás, toditos obedecemos", bromeó el diputado Felipe Borrego.

Cuando comenzó el recorrido, el diputado Andrés Bermúdez se enfiló hasta las escalinatas de "El Castillo", la pirámide principal de la zona, cuyo acceso está prohibido.

"¡Ah chingá!, pues para qué la tienen nomás de adorno, deberían dejar que suba la gente, ¿o acaso sólo la Thalía tiene derecho?", dijo el zacatecano en alusión a que la cantante protagonizó un escándalo el año pasado al posar para una revista de espectáculos en los sitios restringidos de Chichén Itzá.

"No me voy a quedar con las ganas de romper la ley", añadió el llamado "Rey del Tomate", quien más adelante se brincó las cuerdas prohibitivas del templo a Chac Mol, y posó para la foto.

Su ejemplo fue seguido por Felipe Díaz, quien también pasó por encima de las cuerdas de "El Osario" para que lo fotografiaran.

En el área del "Juego de Pelota", la diputada Beatriz Eugenia García llamó desde su celular a un familiar:

"Hola cariño. ¿Todo bien allá?. Estoy en Chichén Itzá, es un lugar fuera de serie, sólo que hace un calor terrible, casi me deshidrato", le dijo.

Luego acercó el teléfono a la boca del guía que daba una explicación del sitio: "Oye, oye bien para que tengas idea de lo bonito que es este lugar", dijo la diputada, quien tardó más de 15 minutos al aire con su celular.

En otro punto del recorrido, el guía Canul Alcocer les habló a los diputados sobre las propiedades médicas de las hojas de un árbol conocido como "Guarumbe".

"Está científicamente demostrado que con estas hojas se puede reducir los niveles de azúcar en la sangre de los diabéticos; también sirve para las piedras en los riñones y por si fuera poco es bueno para elevar la potencia, algo así como el viagra", les dijo el guía.

Los diputados Arturo Flores y Jesús de León de inmediato preguntaron: "Oiga, y dónde la venden".

Apresurados para no perder su vuelvo de regreso a la Ciudad de México, los diputados panistas no alcanzaron a recorrer todos los puntos de esta zona arqueológica, aunque de hecho habían varios que estaban rendidos tirando la toalla, como Andrés Bermúdez, quien con sus botas vaqueras apenas si podía caminar.
FIN

MAS SOBRE DON VARGAS BURRON

LLEGA GABRIEL VARGAS A LOS 92 LUCIDO Y CREATIVO
Celebra Gabriel Vargas su aniversario trabajando, leyendo
y preparando reedición de los Burrón
JULIETA RIVEROLL/REFORMA

Ciudad de México (5 febrero 2007).- A sus 92 años, el único vicio del caricaturista Gabriel Vargas es el trabajo: a diario dedica cinco horas a La familia Burrón, historieta que publica desde hace 70 años, y en su tiempo libre lee, porque no le gusta ver la televisión y mucho menos escuchar la radio.

La embolia que sufrió hace 26 años, "por trabajar a lo salvaje", lo obligó a reducir drásticamente su jornada laboral de 20 horas diarias, pero su disciplina se mantiene inalterada: dibuja y escribe de 11:00 a 16:00 horas, en su despacho, donde hoy su esposa le festejará su cumpleaños.

"Soy un chico raro. Jamás en mi vida me he preocupado por el día de mi santo, no me preocupo de esas babosadas. No sé ni en qué día vivo, he perdido la noción del tiempo, me importa cómo pasan los días pero no qué día es", explica el autor de la tira cómica que la editorial Porrúa ha recopilado hasta ahora en 11 tomos, y a través de la cual critica con humor a la sociedad mexicana y recupera el habla popular.

Vargas refleja en La Familia Burrón los sueños rotos de un pueblo que deposita todas sus esperanzas en el futuro presidente y que ahora reniega del "gobierno del cambio", porque el hambre es la misma pero se gana menos. Qué hace un obrero, se pregunta, con un sueldo miserable de 50 pesos al día cuando el kilo de tortilla vale más de 8 pesos.

"El actual presidente ha encarecido todo desde que tomó posesión, en eso sí me fijo. Desde que yo soy yo, todos los presidentes se han olvidado del pobre y de la clase media, que carga sobre sus lomos todos los atributos fiscales; pero el pobre ya ni se diga, está más hundido en la miseria. Me entero de lo que está pasando y los muñequitos también pasan tribulaciones económicas", comenta un día antes de su aniversario.

Actualmente prepara el tomo 12 de La familia Burrón, para que en unos meses lo edite Porrúa; lee El arte de la fuga, de Sergio Pitol, escritor al que conoció hace algunos años y al que considera su admirador, y prefiere comer en casa los guisos de su esposa, la periodista Guadalupe Appendini, su "ángel guardián", antes que ir a un restaurante.

"Tengo una garganta internacional, como de todo. No porque me vea viejo piense que no tengo apetito, sí lo tengo, a mí me gusta todo", confiesa el caricaturista hidalguense.

El Museo del Estanquillo, donde se exhibe la colección de Carlos Monsiváis, abrió sus puertas a fines de noviembre del 2006 y dedica una de sus salas a Vargas. El caricaturista explica que el gesto le dio una gran satisfacción, aun cuando no ha podido visitar el lugar dedicado al arte popular que durante décadas reunió su buen amigo.

La gente ignora, dice Vargas, que tuvo 70 ayudantes, que hacía cuatro páginas diarias para El Sol de México y un suplemento infantil, además de trabajar para la revista Lupita de la Cadena García Valseca y colaborar en diarios estatales.

"Me asusto ahora porque trabajaba a lo bestia, por eso me enfermé tan tremendamente, casi no dormía y perdí la memoria. Hoy, hacer La familia Burrón es un juego de niños y lo hago con el mismo gusto de hace años. A eso se debe que he vivido tanto".

El monero prefiere no hablar de los falsos bocetos que han comercializado sus nietas, Adriana y Graciela Vargas.

"A la familia no se le traiciona. Me hicieron quedar mal cuando yo las ayudé, para mi ya murieron".
FIN

domingo, febrero 04, 2007

HISTORIETA DE CULTO


La Familia Burrón, comedia humana del México urbano: Monsiváis
Notimex / La Jornada On Line
México, DF. Durante casi 70 años, la revista La Familia Burrón, de caricaturista y guionista Gabriel Vargas, ha sido retrato fiel de la sociedad capitalina, escaparate de su forma de hablar, actuar y hasta de "trinquetear", considera el escritor Carlos Monsiváis.

Para el analista de la cultura popular, la publicación, cuyo primer número apareció en 1937, es una "comedia humana sobre la ferocidad de los cambios y la permanencia del sentido del humor, del habla cotidiana, de la pérdida del poder adquisitivo, del encuentro breve y la pérdida orgánica de las ilusiones".

En un escrito sobre la popular familia que habita en la vecindad ubicada en el Callejón del Cuajo número chorrocientos, en el Centro Histórico de esta ciudad, el autor de obras como Amor perdido destaca la valía de la publicación que aparece semanalmente como un espejo de la sociedad a través de estas siete décadas.

Señala que el humor y las ocurrencias que despliega con maestría en la revista, Vargas Bernal ya los había mostrado en anteriores ediciones suyas, como Frankie piernas muertas, Virola y Piolita y Los Superlocos, de las que descuella su personaje Don Jilemón Metralla y Bomba, especie de antecedente de Borola Tacuche.

Tales publicaciones, como muchas otras de la época, apunta, aparecen "al irse extinguiendo la dimensión social de la Revolución Mexicana y fortalecerse el capitalismo salvaje", de lo que Vargas es un observador crítico de "las celebraciones de la corrupción, el ascenso de las clases medias y la modernidad selectiva".

Pero también, es fruto de una sociedad a la que entre las décadas de los años 30 y 50 "se les se le entrega el acceso a la lectura".

Monsiváis señala que "con el humor corrosivo entonces, considerado `propio de los niños", Vargas prodiga símbolos y escenas costumbristas y fantásticas de un México adorador del relajo y chusco-sin-saberlo, inocente y amoral a la fuerza, contrariado y feliz en la pobreza".

Se trata de una ventana a ese ámbito en el que "la modernidad resulta en gran medida de las combinaciones de tecnología, saqueo de recursos nacionales y aceptación devocional de lo que apenas se entiende".

Entonces, personajes como "Jilemón Metralla", "por el desenfado en su actitud y en su intención semidelincuencial, es básicamente moderno, es decir, alguien ya no sujeto a la noción del pecado o de la culpa, seguro de eludir las reprimendas administrativas, y satisfecho de la deshonestidad que califica de "astucia
FIN